Durante las tres �ltimas d�cadas, hemos sido testigos del notable progreso que ha tenido lugar en el tratamiento y la comprensi�n de la enfermedad depresiva. Nuestros horizontes se ampl�an r�pidamente, la neuroqu�mica abre puertas esperanzadoras, la gen�tica y la imaginer�a cerebral est�n descifrando los complejos entresijos de la fisiopatolog�a del humor, y la psicofarmacolog�a nos brinda nuevas mol�culas con mecanismos innovadores de f�cil manejo.
Sin embargo, los estudios epidemiol�gicos demuestran una cruel paradoja. Al mismo tiempo que avanzan nuestros conocimientos y mejora la eficacia de los medios de tratamiento, se constata que un alto porcentaje de las personas que padecen transtornos depresivos no son idenficadas y, por consiguiente, no reciben un tratamiento adecuado ni se benefician de los avances de la investigaci�n en este campo...