Las palabras de mujeres anoréxicas y bulímicas me acompañan, desde hace años, como la música de un filme. Tristes canciones de cuna, todas parecidas, sus cantos impregnados de dolor y nostalgia tejen el hilo de mi escucha, acompasan los silencios y atropellan mi pensamiento. Ellas me ocupan a pesar mío, tiránicas por terror a ser abandonadas una vez más.