En Nada es igual: bocetos del país que nos acontece, Anayra Santory Jorge hace crónicas cotidianas y partes de prensa subversiva. Hace crítica y teoriza, de forma astuta y audaz, a propósito de nuestro momento actual en Puerto Rico. Pero, sobre todo, cuenta cuentos. Y muertes. Narra formas de morir aquí, donde morirse ""no es asunto fácil."" El libro comienza con un recuento de los primeros días luego del huracán -""breves, tan faltos de imágenes, [...] llenos de hojas. Todas sueltas. Ninguna de papel.""
Aquí pues las hojas que faltaban. Que si bien jamás podrían ocupar el lugar de ninguno de nuestros muertos, ni aliviar el trabajo de quienes reconstruyen los hogares sobre los que cayeron los árboles, ya sin hojas, ¡aquí están! Dicho así, como quien logra agarrar un chispi de señal en el celu o como quien sale a conocer el hielo. Perdón, como quien sale a buscar y, al cabo de muchas horas, consigue una bolsita de hielo. Pero, se siente mucho más heavy que eso.
Nada es igual: bocetos del país que nos acontece es así, más heavy que un análisis sobre Puerto Rico y su crisis, o sobre Puerto Rico en la imaginación americana o sobre la colonia en el contexto internacional contemporáneo. Todo eso está aquí, por supuesto. Sin embargo, lo que conmueve, convence y hace de la escritura de Anayra ""una serie de pequeños triunfos,"" es la cercanía de su voz de sobreviviente, de vecina, de compañera. Que es lo único que, digamos, se puede llevar el viento y no se lo lleva de veras.
Guillermo Rebollo Gil