Nuestro tiempo es valiosísimo y quizá no haga falta invertir buena parte de él a quitarnos los pelos. En su lugar, nos podríamos dedicar a cosas mucho más interesantes como aprender a comunicarnos solo en memes, practicar la papiroflexia, usar la ouija para contactar con el espíritu de Marie Curie, batir un récord Guinness (el de más huevos rotos con la cabeza parece bastante accesible) o, no sé, incluso derribar el patriarcado.
Porque no hay nada que una mujer con tiempo entre manos, y con (o sin) pelos en las piernas, no pueda hacer.